Historia
del colegio Hermanas Barcia Boniffatti
Las
maestras de Educación Inicial, aun aquellas que no tienen hijos todavía, tienen
mucho de madres, ya que dedican su atención y cariño a sus alumnos, los cuales
tiene entre 3 y 5 años de edad. Su importante tarea combina, actualmente, las más
modernas técnicas pedagógicas, que reciben durante su formación profesional,
con esas cosas que jamás se aprenderán en ningún salón de clase ni escuela: la
capacidad de dar afecto y de cuidar a los seres humanos en sus momentos de
mayor fragilidad y vulnerabilidad. Separar a un hijo de su madre suele
entenderse como una de las peores situaciones a las que puede verse expuesto un
ser humano en formación. Sin embargo, las buenas maestras de Inicial hacen sus
mejores esfuerzos por conseguir que esta separación -que se da cada vez a menor
edad debido a las obligaciones laborales de las madres jóvenes modernas- no
solo no ocasione traumas sino que además produzca resultados en el aprendizaje
de rudimentos que le servirán para su posterior desarrollo psicomotriz,
afectivo y emocional. En esta semana que nos preparamos para homenajear a
nuestras madres, es importante reconocer el papel de la madre-maestra, doble
rol profesional y humano que es cumplido por cientos de miles de educadoras. Y
qué mejor que recordando a las pioneras de la Educación Inicial en el Perú, las
hermanas Emilia y Victoria Barcia Boniffatti, naturales de Iquitos, que
hicieron realidad las primeras escuelas de infantes en la década de los años
1930.
La
historia de la Educación Inicial en el Perú está vinculada a la labor
pedagógica que desarrolló Emilia Barcia Boniffatti, en estrecha colaboración
con su hermana Victoria. Ambas nacieron en Iquitos, hijas de José Barcia
Boente, empresario cauchero español y de doña Elena Boniffatti, de nacionalidad
argentina. Después de haberse especializado en Educación Infantil en Europa,
retornan a Iquitos, y el 13 de junio de 1921 inauguran una institución
educativa particular de tipo preescolar, al que denominaron Kindergarten
Moderno.
Al
respecto, años más tarde, Emilia Boniffatti (1957) confiesa entusiastamente:
“Al fin pude volver al Perú y, como es natural, quise aplicar mis conocimientos
en Iquitos, donde descubrí que lo aprendido de los más ilustres maestros era
simplemente inaplicable a nuestra realidad. Me vi sorpresivamente enfrentando
al niño de la selva peruana, que tiene una imaginación fantástica. Fueron los
años más difíciles de mi carrera”.
Enterado
el presidente Augusto B. Leguía del éxito que estaban obteniendo las hermanas
Barcia Boniffatti al frente de su escuela infantil, las invita a participar en
el desarrollo de un proyecto de gran amplitud para atender a la niñez peruana;
pero Leguía fue depuesto por Sánchez Cerro, y quedaron otra vez “en la calle”.
Sin
embargo, las hermanas Barcia Boniffatti, haciendo gala de gran desarrollo de su
tenacidad, persistieron en sus sueños y eligieron el Parque de la Reserva,
antes La Mar, de Lima, para fundar el Primer Jardín de la Infancia Estatal, el
23 de mayo de 1931, donde cobijadas en esteras atendieron a niños de 4 y 5
años, instituyéndose así el Jardín de la Infancia N° 1, Escuela Madre de los
Jardines de la Infancia del Perú. Desde entonces, a esta fecha se la conoce
como el Día de la Educación Inicial.
Tal
ejemplo de coraje y compromiso con los niños dio sus frutos, cuando a partir de
1950 la educación infantil “se ofrecía en los Jardines de Infancia para niños
de 4 a 6 años de edad, que continuaba en una etapa denominada transición para
seguir con la primaria (Kenneth Delgado, 1992).
Emilia
fue condecorada en diversas ocasiones, incluso el Ministerio de Educación le
otorgó las Palmas Magisteriales. Falleció el 9 de mayo de 1986, en Lima.
Emilia
y Victoria Barcia Boniffatti fueron maestras ejemplares e innovadoras que se
dedicaron a formar niños de la primera infancia, considerando los siguientes
aspectos:
Establecieron
planes de trabajo para la formación de los niños, dando para ello algunas
normas precisas para la interpretación de las ideas, así como también sobre la
vida en los Jardines de la Infancia y lo que se debe hacer en estos centros de
Educación Inicial.
Plantearon
considerar dos etapas en el desarrollo del niño; ya que el niño, como ser
biológico en formación, tiene sus dos etapas definidas científicamente: desde
que nace hasta los 7 años; primera etapa: desde que nace o ingresa en el medio
ambiente de la vida hasta los 3 años, segunda etapa: desde los 3 años hasta los
7, en que ingresa a la llamada segunda infancia.
En la
primera etapa (fisiológica), el niño deberá tener una exclusiva atención física
y es en ella de vital importancia la adquisición de buenos hábitos.
La
segunda etapa (pedagógica) corresponde a la edad preescolar, porque es en ella
en que se marcan y definen las características anímicas más importantes.
Establecieron
al juego como estrategia de enseñanza para que los niños desarrollen y
ejerciten sus fuerzas, sus sentidos, su facultad creadora y sus primeros
elementos de instrucción respecto a los deberes y derechos sociales de manera
que mediante una combinación gradual, racional y artística de los juegos, el
niño se desenvuelva plenamente.
Las
hermanas Emilia y Victoria Barcia Boniffatti asumieron su labor docente con
pasión, afecto e inteligencia en favor de los más pequeños; insistiendo siempre
que el amor es más poderoso que la imposición, el afecto y confianza que brinda
la maestra permite el desarrollo de las potencialidades de los niños en un
ambiente de paz, tolerancia y armonía.
Ambas
son parte fundamental de la historia de nuestra educación. A pesar de ello, sus
nombres son poco conocidos inclusive por la comunidad docente, una situación
que merece ser corregida pues gracias a ellas se desarrolló en nuestro país una
idea pedagógica dirigida a los más pequeños.
En
estos tiempos modernos, temas como la estimulación temprana y la educación
inicial que se inicia a edades cada vez más tempranas, el legado de las
hermanas Barcia Boniffatti es de innegable valor y necesario estudio y
reconocimiento.